El Refugio
- carmen fernandez de cordoba
- hace 2 días
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Entrar en el universo de este matrimonio alicantino es adentrarse en la esencia misma de su ciudad: un espacio inundado de luz y abierto a la belleza de su mar Mediterráneo. No es casualidad que los primeros recuerdos de Juan L. hagan referencia a la limpieza de las calles donde jugaba de niño, siempre mojadas, quizá como reflejo de lo que es este pueblo: trabajador, luminoso y acostumbrado a hacer de cada día un nuevo comienzo para ganarse el pan y volver a empezar. Un pueblo que vive en el presente.
Me recibe Juan. Su sonrisa amable e invitadora da pie a un intercambio de experiencias donde se siente, al instante, la magia y la comodidad de este matrimonio afiatado por un origen común, un barrio y unos amigos compartidos. De su niñez recuerda a los curas “capitanes generales” y las iglesias abarrotadas, donde se demostraba la “conversión” de todos aquellos que habían sido parte de este último bastión de la Republica. También recuerda la duda social que impregnaba a quienes habían sido encerrados en la plaza de toros por haber formado parte de la “quinta del saco”, aquellos hombres reclutados a la fuerza por el bando republicano.
Eran tiempos donde la historia se escribía a voces bajas y miradas largas.
Nos acompaña Maruja, su mujer de toda una vida, quien, a través de múltiples anécdotas, va hilando recuerdos que revelan el carácter de una mujer incansable, alegre y cariñosa.
La posguerra la vivieron sin grandes estridencias entregados a la tarea silenciosa y difícil de la reconstrucción. Ambos comenzaron a trabajar muy jóvenes, viendo en el ejemplo de sus padres que detenerse no era una opción, y que el hacer era el único verbo capaz de asegurar la supervivencia de la familia en tiempos donde la dureza era, al mismo tiempo, un indicador de posibilidades y un verdugo de anhelos elevados.
Juan empezó, siendo muy joven, a vender embutidos en el negocio familiar. Allí desarrolló una sensibilidad especial para captar la esencia de la naturaleza humana y mirar más allá de las apariencias. Las conversaciones que escuchaba desvestían pasajes y conceptos, hasta entonces desconocidos para él. Con el tiempo comprendió que la suma de todo lo oído no era más que un reflejo de una historia común y universal, disfrazada de una aparente singularidad pero que se asemejaba más a un gran baile con la misma máscara de carnaval.
Hoy, a pesar de todo lo visto y escuchado, reconoce lo aprendido: su intuición innata para ver sin mirar y su inquebrantable optimismo para seguir confiando en la bondad propia del ser humano.
A Maruja es imposible imaginarla cosiendo sin cantar. Su habilidad ha sido estar siempre atenta a resolver los desajustes de su mundo más inmediato. El colegio no logró capturar el interés de esta intrépida mujer, pero sí supo reconocer, en los acordes de la guitarra de Juan, la música que quería para sí el resto de su vida. Siempre disponible y servicial, la costura fue su manera de expresar su mundo interior, convirtiendo cada puntada en un camino hacia la belleza perdida de cada prenda que acariciaban sus manos. Hoy, a punto de cumplir los noventa años, todavía es perceptible el viento huracanado de esta gran mujer.
La complicidad de esta pareja, unida desde sus inicios por una profunda sensibilidad hacia la música, ha sido sin duda la clave de su éxito. Cada uno supo dar forma a su propio talento, y hoy su trato cercano y sincero refleja la calidez de quienes han vivido plenamente, sin arrepentimientos y con la serenidad de haber cumplido su propósito.
Para ellos, la existencia ha sido aprendizaje, y la familiaridad que transmiten en el trato es un acto de reafirmar su fe en la naturaleza humana.
Después de pasar un rato en su compañía, hay una cosa cierta y es que, de esta casa, nadie se va sin querer volver.
CFC



Memorias de un niño antiguo sorprende por la dureza de una infancia que no doblega al niño, pero sin duda lo marca de por vida.
Ha sido capaz de procesar esas vivencias con generosidad. Ha vivido intensamente y observa su entorno y su pasado con sabiduría.
Muy bien escrito, iluminado por el amor. Gracias.