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Mario.1. - Ya estamos otra vez en el espejo.

Mario.2. - ¿Te molesta?

M.1.  - En absoluto, tus deseos... ya sabes...

M.2.  - Sı́, ya sé y tú deberı́as recordar…

M.1 – ¿Recordar el qué?

M.2. - Que vives…

M.1.  - Que vivo gracias a ti…, que yo soy tú ...

M.2.  - Exactamente.

M.1.  - ¿Cómo se me iba a olvidar si no paras de recordármelo.?

M.2.  - Ası́ me gusta y no te hagas la vı́ctima que no te va.

M.1.  - Por cierto, no tienes buena cara.

M.2.  - ¿Por qué lo dices?

M.1.  - No, por nada.

M.2.  - Dispara, no te lo guardes que si no te pones inaguantable.

M.1.  - ¿Es que solo lo veo yo?

M.2.  - ¿Ver el qué?

M.1.  - Tus ojos, tus labios, tienes restos de…

M.2.  - ¿Restos de qué? No sé a qué te refieres. He dormido mal. Nada más.

M.1.  - Vale, vale, no te enfades. Yo solo digo lo que veo. Tú eres el que se está mirando al espejo.

M.2.  - Ya veo por dónde vas, en realidad querı́as decir otra cosa.

M.1.  - Otra cosa ¿cómo qué?

M.2.  - Que podrı́a tirarlo todo por la borda, que ya no soy un chaval, que no tengo edad para jueguecitos…

M.1.  - Eso lo has dicho tú , pero ahora que lo mencionas...

M.2.  - ¿Qué insinúas? Es que a veces me sacas de quicio.

M.1.  - Ufff ¡qué fina tienes la piel!

M.2.  - Sı́, en eso te doy la razón. Las  últimas cuchillas que compré apuran mucho, no se me nota la barba.

M.1.  – No sonrı́as que ya sabes a lo que me refiero.

M.2.  - Qué poco sentido del humor tienes. Voy a tomar un trago.

M.1.  - ¿No es un poco pronto? Ah… claro, que Sara no está.

M.2.  - No, salió muy temprano. Ha ido a ver a sus padres y seguramente se quedará allı́ todo el fin de semana.

M.1.  - Ası́ que en el campo con sus padres y con amigos, supongo. Sara cada vez pasa más tiempo fuera, ¿no te parece? Bendita libertad, querido.

M.2.  - Tú y tus insinuaciones.

M.1.  - Además, ¿anoche no te afeitaste, no es ası́?

M.2.  - ¿Importa mucho si lo hice o no?

M.1.  - Tú sabrás.

M.2.  - Y dale con tus sospechas. A veces me aburres. No sabes hacer otra cosa. Eres como una sanguijuela.

M.1.  - Yo solo te digo que…

M.2.  - Que soy un hombre y que los hombres no…

M.1.  - Que podrı́as perderlo todo.

M.2.  - Es que a veces me ahogo. ¿No te das cuenta? Tú mejor que nadie deberı́as entenderlo.

M.1.  - Yo solo pienso en lo que es mejor para ti. ¿Qué crees que harı́an los vecinos si te vieran salir a esas horas? De esa forma…

M.2.- ¿De qué forma? atrévete a decirlo ¿Acaso tienes miedo?

M.1.- ¿Deberı́a tenerlo? Yo solo quiero lo mejor para ti. ¿Has pensado en qué pasarı́a con Sara? ¿En qué posición la dejarı́as? Y ¿a su familia?

M.2.  - Sı́, claro que lo he pensado, claro que pienso en ella y en su familia y en los vecinos y en el trabajo, ¿crees que si no lo hiciera estarı́a ahora aquı́? Pero, me pregunto ¿quién piensa en mı́?

M.1.  - Yo lo hago.

M.2.  - Pues a veces me dan ganas de romper el espejo, a ver si ası́ te callas, te callas para siempre.

M.1.  - ¿Y qué te lo impide? Yo solo vivo dentro de ti, me lo has recordado hace un momento.

M.2.  - Sı́, eso es cierto, podrı́a hacerlo, te podrı́a callar, podrı́a silenciar tu voz para siempre.

M.1.  - Y entonces ¿con quién habları́as? ¿Crees que Sara te entenderı́a? ¿Crees que se quedarı́a ahı́ sentada escuchándote?

M.1.  - No sé… es tan buena. La amo, a veces con vergüenza, a veces contra mi voluntad. No, no puedo contárselo, le romperı́a el corazón, ella es tan joven, tan inocente…

M.1.  - Anda, tómate un trago, cálmate y sécate las lágrimas, se te está corriendo el rı́mel. Por cierto, ¿ese vestido es nuevo?

M.2.  - Lo compró Sara el otro dı́a.

M.1.  - No se lo he visto puesto.

M.2.  - No lo ha estrenado todavı́a.

M.1 – Parece demasiado grande para ella, ¿no crees?

M.2.  - Sı́, es demasiado grande.