AL PRINCIPIO del error fue el Verbo:
creer poder llegar a lograr saber acertar a dar
con el momento y el lugar
en que ardió ese mismo error.
Que en las cosas del amor no hay acierto ni error,
sino el azar de haber sido
y la suerte de haber estado:
ser y estar enamorados.
(O bien, es el amor el único error
que merece la pena abrazar)
Tal vez el error fue despertarse.
O quizás creer que tras el sueño
latían promesas felices de luz
y en la luz, caricias y besos,
o la ilusión cumpliéndose de amarse.
Eduardo Montull F. de Cordoba
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