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Real Expedición Filantrópica de la Vacuna de la Viruela. (Parte III)

Foto del escritor: ArmentaArmenta

También conocida como Expedición Balmis fue una misión sanitaria dirigida por el médico español Francisco Javier Balmis médico militar, por aquel entonces, al servicio del Rey de España Carlos IV, entre 1803 y 1806.

Su objetivo principal fue llevar la vacuna contra la viruela a las colonias españolas en América y Asia; la primera campaña medicinal de la historia de la humanidad, el viaje más memorable en los anales de la historia.

La viruela desembarcó en el Nuevo Continente con los españoles que allí llegaron y que desencadenaría un dramático descenso poblacional al no haber tenido nunca los indígenas contacto con el virus y, por tanto, estar absolutamente indefensos ante él.

Recordemos que la vacuna de Jenner se basaba en la inoculación con el virus de la viruela bovina (cowpox), que causaba una infección mucho más leve y confería inmunidad contra la viruela humana.

El primer y más desafiante problema consistió en encontrar la manera de transportar el virus vivo tras una travesía que, en el mejor de los casos, iba a durar no menos de dos meses. Se llegó a pensar en embarcar vacas, las portadoras naturales del virus, pero las cantidades de forraje necesarias para su alimentación lo hacían muy problemático. Por fin Balmis concibió la idea de utilizar niños que, inoculados, transportasen el virus vivo. Pero ¿Qué padres iban a consentir que sus hijos fuesen inoculados con un virus que causaba pánico en ese entonces? ¿Cómo convencerlos del  mínimo riesgo que tal inoculación comportaba? Además, ya de por si la travesía atlántica era un auténtico riesgo. Solución: Si los padres eran un problema habría que escoger niños sin padres, o sea, según nomenclatura de la época niños “expósitos”, o niños procedentes de orfanatos.

Balmis se puso en contacto con la Rectora del Hospicio de la Caridad de la Coruña, Isabel Zendal para que suministrase los niños necesarios, a lo que esta accedió siempre y cuando fuese ella la que personalmente supervisara toda la travesía y el tiempo que fuera necesario.

Isabel Zendal es considerada por la Organización Mundial de la Salud como la Primera Enfermera Internacional y de ella el mismo Balmis dijo: “Por el excesivo trabajo y los diferentes climas ha perdido la salud. Infatigable noche y día ha derramado todas las ternuras sobre los niños como la más noble y entregada de las madres”.

Los niños, en numero de 22 fueron embarcados en la corbeta de la Marina Española “María Pita” que partió del puerto de La Coruña el 30 de noviembre de 1803 y  fueron vacunados, de dos en dos, cada nueve días.

La primera etapa del viaje los llevó a las Islas Canarias, donde administraron la vacuna a la población local. Posteriormente, cruzaron el Atlántico y llegaron a Puerto Rico y Venezuela, donde también inocularon a muchos habitantes. La travesía continuó por el Virreinato de Nueva España donde Balmis y su equipo establecieron centros de vacunación y entrenaron a médicos locales para continuar la campaña de vacunación. Desde México, Balmis y algunos miembros de la expedición, incluidos algunos niños, continuaron hacia Filipinas en 1805. Allí también administraron la vacuna y establecieron centros de vacunación. Balmis incluso extendió la misión a Macao y Cantón en China, donde promovió la vacunación entre las comunidades europeas y chinas. Otros miembros de la Expedición continuaron por los Virreinatos del Perú y La Plata.

La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna fue un éxito notable en la historia de la medicina. Se vacunaron miles de personas y se establecieron las bases para la erradicación de la viruela. La expedición no solo demostró el poder de la vacuna, sino también la importancia de la colaboración internacional en la salud pública.

El uso de los niños huérfanos, aunque polémico desde una perspectiva moderna, fue considerado un sacrificio necesario y noble en su tiempo. Los niños recibieron cuidados durante el viaje y, al final de la expedición, muchos fueron adoptados en los lugares a los que llegaron.

Muchos años después de esta fantástica epopeya, ignorada por el mundo y olvidada en España, una bonita plaza de Alicante lleva el nombre del Doctor Balmis, con busto incluido y un hospital de Madrid lleva el nombre de Isabel Zendal.

 

Gonzalo Férnandez de Córdoba López

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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