Primera Parte: Isabel Zendal
Esta es la primera parte de una serie de tres artículos que intentarán descubrir la historia de sus dos principales protagonistas y la descripción de la hermosa aventura que fue la oficialmente llamada: Real Expedición Filantrópica de la Viruela que tuvo como objetivo, nada menos que llevar la vacuna a todos los territorios bajo la Corona Española tanto de América como de Filipinas. Esta expedición fue patrocinada y financiada por Carlos IV y liderada por Francisco Javier Balmis, médico del Ejército Español, José Salvany y nuestra heroína de hoy Isabel Zendal, cuyo papel fue crucial en el cuidado de los niños y en la conservación de la vacuna durante el viaje.
Sólo pretendo que aquellos que no hayan oído nunca hablar de esta expedición tengan un primer contacto con ella y con sus protagonistas. Existe una amplísima bibliografía sobre esta expedición.
Igual que otros personajes de la historia, su lugar y fecha de nacimiento varía según el autor que nos cuente su vida. Para unos Isabel nace en 1771 en Santa Mariña de Parada, pequeña aldea gallega cerca de La Coruña y, para otros, el lugar de nacimiento es también en un pueblecito gallego pero, esta vez, en San Andrés de Comesaña en 1773. Fue la mayor de siete hermanos, cosa nada infrecuente en aquella época. Al fallecer su madre, María Gomez, cuando Isabel tenía trece años tuvo que hacerse cargo, a tan temprana edad, del cuidado de sus hermanos, con lo que acumuló una gran experiencia en el trato con niños
Existen muchas biografías de Isabel Zendal, empezando por aquellas que, incluso niegan que su verdadero nombre fuera este.
Estaba al frente del gobierno de su humildísima casa, cuando se enamoró de un soldado que estaba haciendo su servicio militar en Galicia y, vaya por Dios, que el 31 de julio de 1793 nació su hijo Benito Vélez que Isabel lo crió con la deshonrosa, en aquellos tiempos, condición social de madre soltera. Como era costumbre en aquella época el padre, Jacobo Zendal, sintió la honra familiar dañada sin remedio y puso a su hija Isabel de patitas en la calle por haber tenido, según las leyes de la época, un hijo ilegitimo al no ser reconocido por su padre. No tuvo más remedio que abandonar el pueblo e irse a La Coruña. Como curiosidad recordaremos que el Derecho de filiación denominaba “ilegítimos naturales” a los hijos procreados por padres que pudieron haber contraído matrimonio e “ilegítimos no naturales” a aquellos cuyos padres no podrían contraer matrimonio el uno con el otro. Esta aclaración es importante porque Isabel Zendal consiguió que rey Carlos IV borrase del expediente de Benito su condición de hijo ilegitimo como condición indispensable para que Isabel se enrolase en la Expedición. Esta anécdota nos da una idea de la valía de esta mujer.
Ya tenemos a Isabel en La Coruña que, con mucha suerte se colocó como doncella en casa de los Condes de Montaos. Fue tal la labor y el buen hacer de Isabel que, cuando quedó vacante la dirección de la Casa de Expósitos, los Condes la recomendaron con enorme entusiasmo como la persona idónea para regir dicha institución. Este hecho va tener una importancia trascendental pues, como veremos más tarde, durante la organización de la Expedición se llagó a la conclusión de que la única manera de mantener la vacuna, en su larga travesía hacia America y Filipinas era la de la sucesiva vacunación de tanda de niños. Pero ¿qué niños?. ¿Qué padres iban a autorizar la inoculación de tan peligrosísimo virus a sus hijos? ¿Qué sabían ellos lo que era una vacuna? ¿Y el viaje a través del “Mare Tenebrosum”?
Коментари